Yves Bonnefoy no deja de escribir hasta el final: si no escribe poemas, es porque escribe prefacios, conferencias o entrevistas, de las cuales una parte (juzgada por él con más sentido) conocerá posteriormente los honores de una nueva edición en una antología de poemas. Y ese ritmo de escritura (y de publicación), que siempre ha sido el suyo, nunca ha sido tan constante como en su último período.