Transformaciones (Baile de Sol, 2009) de Juan Manuel Uría (Rentería, 1976) es en realidad, y sin imposiciones distorsionantes, un mapa, marca una ruta, un camino. Hace cierto aquello de que no hay poesía, se hace poesía al escribir y se hace poesía al leer.
Busca el autor que el lector le siga pero no se lo advierte, no viene a convencernos, permite que su poesía nos subyugue hasta conseguir que caminemos por las transformaciones que él mismo ha experimentado a lo largo y ancho de estos poemas rotundos y salvajes. Estos poemas no nombran, no suscitan sólo imágenes, despiertan sentimientos, pulsan teclas emocionales en el alma, son capaces de inyectar pánico y belleza al mismo tiempo. No necesitan música, no necesitan encorsetarse en estructuras alienantes, en su marcha libre conducen al lector hacia un punto luminoso dentro del camino que pasa por un túnel. Al final, envueltos en sus cadencias emotivas y plásticas, nos espera la vida dotada de otras imágenes, pintada de colores nuevos.