Hay pocos lugares tan amplios e inexplorados como el pensamiento. Sin embargo está limitado a un pequeño reducto por todo tipo de barreras, dogmas y prejuicios que lo convierten en una pequeña celda a la que llamamos -mi mundo-. Quizás si observamos las creencias, las limitaciones, los condicionantes que nos forman podamos extender la mirada. ¿Podemos vivir sin temer que los límites se diluyan?