Leer a Wilfred Owen (1893-1918) es leer a una de las grandes voces de la Primera Guerra Mundial; leer unos poemas en los que aparecen la pulsión de la batalla, el miedo, la angustia o el alivio como cantos de vida y, sobre todo, compasión; una compasión imbricada en la comprensión hacia aquellos hombres con los que compartió trinchera, con los que llegó a la consciencia de los aspectos más crueles de la lucha; una experiencia vital que hizo que para nuestro autor el alma de su poesía fuera la guerra y el dolor que causaba: una poesía del dolor.