La imagen de una mujer muerta en un lago y el sonido de un hombre que cae desmadejado a tierra, justo al pie de la tumba en la que entierran a su padre, hilan una trama en la que el tiempo se acorta y estira como un acordeón. Envuelta en una intrigante y poética atmósfera, Alejandro López Andrada -autor de El Libro de las Aguas y uno de los escritores españoles más laureados de las últimas décadas- aborda la historia de un hombre recluido en la habitación de un hospital, que va desgranando a través de su memoria los momentos vividos en una hermosa ciudad del sur -la Córdoba actual, acogedora y mítica- ahondando a la vez en sus recuerdos de infancia, transcurrida en los años del tardofranquismo, en el ambiente hosco y opresivo de un poblado minero al que ha de regresar, muchos años después de haberlo abandonado, para cuidar de su padre; circunstancias que harán revivir en el protagonista experiencias lejanas junto a curiosos personajes que aún siguen flotando en las brumas del ayer. Esa contraposición entre el mundo rural hoy casi extinguido y la visión de una sociedad urbana herida por el desencanto de una crisis no sólo económica, sino también ideológica y moral, es una de las muchas cualidades de esta bellísima novela, en la que se funden la emoción, la ternura, el olvido y la pena, el odio y el amor. Trufada de hermosas imágenes, con pasajes de sobrecogedora belleza, Los perros de la eternidad viene a refrendar la maestría de un autor que ha sabido forjar un universo narrativo propio, de una plasticidad nada común.