Abstractiva abstracción
Cuando comienzo a escribir esto, no quiero pensar todavía en cómo titularlo. Prefiero llamar a voces a la «abstracción», abstraer la abstracción de mi cabeza para que me ayude a alejarme de la realidad que nos circunda; aunque, claro, en una revista de crítica cultural no casa bien esa idea de alejamiento de la realidad. Le hace sentirse a uno desesperado, falto de fe en su capacidad para ayudar a que todo esto cambie, a que la reflexión y el debate, sin apologías, triunfe sobre la ira.
Aunque si fuésemos capaces de abstraernos de las falacias y de las provocaciones, tal vez nuestras mentes fueran capaces de ocuparse de cuestiones más concretas, incluso de abstracciones positivas que nos hiciesen soñar una humanidad cada día más humana, más sentimental, más solidaria e integradora. Pero somos necios e infantiles y no aprendemos de nuestros tropiezos; así que nuestros sueños «sueños son».
No obstante, como estamos dispuestos a intentar siempre lo mejor, en este número de Crisis hemos solicitado la inestimable ayuda del reconocidísimo pintor, Jorge Gay, que nos ha cedido una imagen preciosa y con un lenguaje simbólico, directo y claro, para construir nuestra portada que comunica un mensaje humanamente crítico.