Son guerreras, adictivas, turbadoras, impacientes... La pasión con ellas no tiene límites. Eso
es algo que conoce bien el protagonista de esta novela. Un escritor en horas bajas, solitario y
adicto al alcohol que las ha amado, utilizado, abandonado... y con las que ha practicado el mejor
de los sexos. Ellas le han pagado, sobradamente, con la misma moneda.
Adolfo recibe el encargo de escribir una novela en la que el sexo explícito y sin concesiones al
romanticismo, sea el argumento central. Su editora, una mujer desinhibida y sin escrúpulos, le
exige que se reencuentre con todas y cada una de sus antiguas amantes para relatar cómo sería
una segunda oportunidad entre ellos.
Movido por la necesidad económica, acepta el reto de escribir mientras susurra al oído de
sus ex amantes.
En El club de las amantes impacientes aparecen mujeres distintas, con peripecias vitales dispares,
pero con un denominador común: no pueden vivir sin el sexo creativo, intenso y frecuente. Las
que toman la iniciativa, las que deciden hasta dónde alargar los límites de lo permitido, las que
eligen a sus amantes para luego abandonarlos... son, únicamente, ellas.