Vivir y sobrevivir. Iniciar, transitar y completar el ciclo vital, del nacimiento a la muerte. La vida, una auténtica aventura en la que todos -hombres y mujeres; niños, adultos y ancianos; nobles y plebeyos; eclesiásticos y laicosse embarcaban cada día para hacer frente a una realidad donde se entrecruzaban rutinas y usos habituales frente a cambios, innovaciones y rupturas; donde lo desconocido, lo extraordinario y lo imprevisto se superponía a lo conocido, lo usual y lo corriente. Una suma de realidades que irían conformando la trayectoria vital de cada individuo incorporando vivencias y experiencias de todo tipo. En este sentido, la cotidianeidad se revela como un fenómeno complejo que proporciona al historiador una escala de análisis lo suficientemente poliédrica como para poder descifrar la dialéctica entre la estabilidad y el dinamismo que subyacen, y a menudo colisionan, en la
sociedad del Antiguo Régimen, mediatizando la conducta de sus gentes.