El libro reúne las cuatro obras atribuidas a Hermes Trismegisto, textos fundamentales de la fi losofía hermética. Escritos en griego,
y pertenecientes seguramente a algún autor alejandrino, comprenden: Poimandres, donde se exponen las claves de la creación del
mundo; el Discurso de Iniciación o Asclepios, donde Hermes alecciona a Asclepio, a Tat y a Amón, reunidos en un templo, y que
aporta las ideas esenciales para la iniciación sagrada en los círculos herméticos; además de La virtud del Mundo y los Diálogos de
Hermes a Amón.
Los libros de Hermes Trismegisto resultan así, a pesar de ser una expresión de la fi losofía griega tardía, un compendio de la fi losofía
egipcia —frecuentemente defi nida como de «gnóstica», pero también de «alquímica»—, un vislumbre de aquella cultura «muerta»
que resucitaba a la vida antes de Champolion.
Una obra indispensable que se ha convertido en libro de cabecera del movimiento de la Nueva Era.
Hermes Trismegisto, cuyo nombre en griego signifi ca «Hermes, el tres veces grande», es una fi gura misteriosa y legendaria. Está
considerado el padre de la alquimia, precursor de la magia, el tarot y la astrología, y uno de los padres del hermetismo. A él se
le atribuye el Corpus hermeticum, una colección de 24 textos sagrados escritos que contienen los principales axiomas del saber
hermético, donde trata temas como la naturaleza de lo divino, el surgimiento del cosmos, la caída del hombre del paraíso, así como
las nociones de Verdad, de Bien y de Belleza.
El origen de este personaje se remonta al Egipto prefaraónico, cuando la antigua civilización estaba gobernada por dioses. Entre
ellos, estaba Toth, que era el dios de la sabiduría, el patrón de los magos, además de guardián y escribiente de los registros que
contenían el conocimiento de los dioses. Clemente de Alejandría estimaba que los egipcios poseían cuarenta y dos escritos sagrados,
que contenían todas las enseñanzas que poseían los sacerdotes egipcios. Siglos más tarde, varias de las características de Toth se
asociarían al Hermes de la mitología helenística, incluyendo la autoría de esos textos. Desde los inicios de la Edad Media, sobre todo
a partir del resurgimiento del esoterismo, esa ambigua noción de divinidad se fue transformando y convirtiéndose en un personaje
histórico