Pionero del ecologismo español, fue altruista y regeneracionista a partes iguales; creó además la necesaria
educación y cultura forestal cuando ni por asomo se concebía en España. Visionario, por adelantado a su
época, y redentorista de la condición humana, Ricardo Codorníu Stárico (1846-1923) trató de allegarse a los
demás para dignificar al ser humano. Introdujo el esperanto tendiendo puentes hacia la convivencia universal
y amó la Naturaleza, al punto de ser llamado Apóstol del Árbol . Confluyó en el árbol, el pájaro y los
animales cuanto sublima el alma en el crisol de una realidad suprema. En el árbol vio el mejor amigo del
hombre, en el pájaro atisbó la altura de miras que aboca el espíritu. Los animales abrazarían su ideario
franciscano: a él debe el santo ser patrón de los Ingenieros de Montes, cuerpo que militó con pasión fiera.
Patriota y patriarca de carismática familia, sería el más preclaro discípulo su nieto y genio de la aviación
mundial, Juan de la Cierva, inventor del autogiro y precursor del helicóptero, a quien explicó cómo vuelan los
aviones. Su legado, conservar la Pinada de Guardamar, anegada por dunas que sepultaban el pueblo, y
repoblar -de práctico arbitrio-, la murciana Sierra Espuña, convirtiendo aquel erial de fines del XIX en actual
vergel. El modelo forestal para el futuro. Honor que destaca Azorín , al desear que Las más bellas flores de
Espuña/ Las más bellas flores silvestres/, cubran tu tumba . Políglota, bibliófilo y cosmopolita, cuenta con
monumentos que reconocen su aureola pública. Su lema: Enseñar deleitando . Nunca se cansó de vivir, y
murió convencido de no odiar a nadie. Hoy, su figura cataliza el mejor ejemplo posible, ser una buena
persona