Artur Quintana es aragonés "porque lo ha querido", al igual que es catalán por nacimiento, o alemán por afecto, vida profesional y residencia. El autor de este libro pone cuerpo y alma a la idea de que las identidades compartidas son una saludable forma de encontrarse en el mundo.
Las tierras del Bajo Aragón, que conoció a mediados de la década de 1960 llevado por el trabajo para su tesis doctoral (El parlar de La Codonyera), se convirtieron, como el resto de Aragón, en una importante referencia vivencial e intelectual para Artur. De ello habla en este libro, en el que completa una primera versión de las "memorias aragonesas" editadas por la Associació Cultural del Matarranya en 2003, llevando hasta 2017 su intensa relación con los paisajes y las gentes de su patria aragonesa de adopción.
Por estas páginas desfilan recuerdos, anécdotas, personas queridas (y no tan queridas), amor por las lenguas y su diversidad, pasión por el conocimiento y por la vida, con sus luces y sus sombras humanidad destilada, al fin y al cabo.