Este libro pretende ser como el manual de instrucciones de un chisme informático, de un ingenio audiovisual o de un apero telefónico de nueva generación. Mal comienzo sin duda para cualquier expectativa de lectura. Normalmente nadie suele leerse ya los manuales de instrucciones, cuando existen. Se espera del producto adquirido que sea lo suficientemente intuitivo y amigable como para poder practicar el método del trial and error desde el principio. O está claro lo que hay que hacer con él y cómo funciona, o el juguete corre el riesgo de ser desechado. Claro que una buena parte de su erótica es descubrir las entretelas del artilugio y ganarle la partida a la máquina. Esta obra ya quisiera llegar a gozar de las características que hacen posible ahorrar
esfuerzos de lectura, que permiten usarla ya de entrada y aprender, o informarse del resto de las instrucciones, a medida que se necesitan, o cuando uno tropieza con algún rompecabezas, para cuya solución necesita el libro de claves. En todo caso, está concebida en esa dirección. El presente manual de instrucciones pretende tan solo introducir los métodos de solución de litigios, en nuestro país, en la época actual. Dos premisas presiden esta nueva aproximación al tema. La primera, el tratamiento unitario, a nivel de principios, del sistema estatal de justicia y de los métodos alternativos. La segunda, la perspectiva dinámica de dichos instrumentos, lo que obliga a incidir mucho más en la gestión, en el funcionamiento, que en el simple diseño legislativo de las instituciones. La información escrita está presentada en un determinado orden lógico y sistemático, que convencionalmente se distribuye en algunos capítulos, unos esperados, otros, probablemente, no tanto. Por mucho que se quiera, en el estado actual de nuestros hábitos, todavía no es posible prescindir de esta presentación sistemática, a menos que se quiera sembrar el caos o el desbarajuste. Al fin y al cabo, todos los productos tienen su lógica interna, desde que se conciben y se proyectan hasta que se fabrican, se venden y llegan al usuario. El conocer la filosofía del producto sigue siendo básico
20 Francisco Ramos Méndez, El sistema procesal español y las propias campañas de marketing se afanan por machacarnos sólo sus ventajas y ninguno de sus inconvenientes. Por lo tanto, como digo, la información escrita no ha abandonado las premisas de la lógica, aunque sí las ataduras de una sistemática rígida, como es fácil ver.