A través de sus novelas, Carmen de Icaza ha defendido siempre los derechos de las mujeres sin necesidad de romperse la garganta gritando desaforadamente barbaridades para tratar de conseguirlos en manifestaciones multitudinarias o a través de la militancia en algún partido político. Fruto de un trabajo inteligente y siguiendo el curso de la cronología, en este caso nos invita a adentrarnos en las historias de los personajes hasta llegar a su interior con paz y reconocimiento, a través de los acontecimientos históricos que han contribuido al desarrollo personal de cada uno de ellos, con primacía de la figura femenina.
Una vez más, Rosa, la protagonista de este relato, nos muestra cómo llegar a ser libre a través de su experiencia vital, transitando por los acontecimientos que han contribuido a su formación como persona íntegra y honesta. La trama evoluciona en un recorrido de unos meses, se supone que cerca ya del fin de la vida de Rosa, situándonos en un contexto unamuniano como un gran diálogo con su autora, Carmen de Icaza, diálogo que tiende a aclarar las posiciones de cada persona que interviene en la novela.
Esta es, pues, una obra sobre la vida de una mujer, como la otras tantas de nuestro país, que han llegado a un crecimiento natural como personas, buscando la verdad de las cosas sin aspavientos, todo ello mientras eran testigos de dos etapas políticas absolutamente dispares que les sirvieron de escenario en ese desarrollo personal y único.
La obra cuenta con los grandes temas clásicos para alcanzar la personalidad digna de una mujer de hoy como son el amor, el equilibrio personal, la cultura y la amistad mientras el proyecto de vida se va construyendo paralelamente. La felicidad consiste en la paz interior y todo ello lo ha conseguido la autora con Rosa, una mujer como muchas otras y siempre distinta.