Adentrarse en el proceso creativo de Nico Munuera (Lorca, 1974) es casi como encontrar la explicación a la creación pulsativa de un artista. Cuando nos acercamos a su obra nos sentimos tremendamente invadidos por la sensación del dejarse ir meditatorio. El murciano demuestra en cada pincelada la fusión que siente con su pincel y el equilibrio que le dan tanto el color como la composición, magistrales siempre en el resultado. Ese proceso al que se somete a sus obras transmite no sólo ese mantra casi místico que parece resonar en sus trabajos sino también en contrapartida, un grado de cálculo matemático y medición que por estar integrado en si mismo se convierte en cualidad indispensable para equilibrar ese impulso creador.