Porque el que está celoso no llega a poseer el cuerpo del otro si cree que ese cuerpo anhela otro distinto, y
se le escapa escurridizo o volátil, y le es ajeno, y si trata de establecer contacto emocional tampoco podrá ser
pleno porque el otro reserva su mayor dulzura y su mayor devoción para ese tercero que no está y que nunca
deja de estar, esa sombra que se acuesta junto a nosotros y que nos observa .
La mujer dormidaes una historia de celos. De cómo pueden suscitarlos las palabras que no debieron decirse
o las miradas que no se debieron cruzar, de cómo crecen salvajes y amenazan con destruir todo lo que tocan,
de cómo enfrentarse con ellos a pesar del frío y del desaliento. Es, también, la historia del pasado que no deja
de acechar en el presente, y de cómo el presente se revuelve sin descanso contra él, en una batalla perdida que
no podemos dejar de librar.