Estos apólogos de Alfredo Castellón son metafísica táctil. Cuentan historias y presentan a personas de verdad, con cuerpo y alma. Son un método para investigar la trascendencia sensual. Si usted los lee cuatro o cinco veces alcanza la inmortalidad; es un manual de alto riesgo. Cuando usted encuentra este libro en cualquier parte de la galaxia adquiere un compromiso que no puede esquivar (y tampoco desvelar). Quien lee este libro obtiene una vida extra y puede aventurarse en su propia infancia, que ya contiene todo lo demás (incluido este instante, etc.). Alfredo Castellón Molina escribe desde el hilo rusiente que une la infancia con las cosas incomprensibles que hacen los adultos. Los adultos son niños fantasiosos que saben que la realidad no existe.
Alfredo cree que ha sido demasiado recatado. Ese recato, una forma exquisita de estar en el mundo, le permite ser casi transparente, explorar la eternidad desde su infancia y trazar este mapa impagable de la trascendencia.