La vieja lucha de clases y sus reivindicaciones económicas y materiales han dado paso, en nuestros días, a nuevas consignas multiculturales e identitarias que reclaman su espacio en el tablero político. ¿Hemos de privilegiar uno de estos frentes, o es posible encontrar un terreno de compatibilidades y objetivos comunes, una estrategia global que unifique, en una suerte de «teoría del todo» sociopolítica, las reivindicaciones de clase y las demandas de los diferentes colectivos oprimidos? La solución que nos propone este ensayo consiste en trabajar aquello que, despectivamente, se ha denominado con el nombre de pospolítica (la batería de reivindicaciones simbólicas, ideológicas o identitarias) como base para llevar a cabo ulteriores conquistas materiales basadas en la transversalidad. En este escenario, surge además un nuevo agente que altera la ecuación: varones caucásicos, occidentales, de clase media y heterosexual claman al cielo por no poseer el suficiente reconocimiento mediático a la hora de expresar sus opiniones y controversias, ya sea por el temor que les depara una creciente pérdida de privilegios o por una exasperante sensación de culpabilidad ante los mismos. Lo que ha generado un auge de la derecha entre grupos que en otra época mostraron abiertamente su desprecio a las políticas económicas y sociales neoliberales, con personajes como Trump o Le Pen como principales artífices, recambios históricos para lo que supusieron hace algunas décadas las medidas políticas de Margaret Thatcher o de Ronald Reagan. Por delante, se extiende una serie de retos absolutamente necesarios, pero no por ello exentos de complejidades, a la hora de pensar las opciones de la izquierda para avanzar en el tablero político y resolver sus crisis internas. Frente a la actitud resignada que pasa por contemplar a estos colectivos como parte del problema, la verdadera cuestión que se plantea a las políticas de izquierdas es cómo establecer alianzas y mecanismos de cooperación entre unos y otros frentes: ¿puede el hombre blanco hablar hoy de colonialismo, de feminismo o de luchas sociales?