En Luna de junio , Carlos Balado García nos presenta una novela en la que personajes y situaciones disparatadas se entrelazan conformando una ficción humorística que provoca, progresivamente, la risa, la sonrisa y la reflexión sobre los comportamientos considerados sociales que rigen lo irremediablemente habitual. Con la intención de pasar inadvertido y profundizar en un aislamiento ganado con absoluta dedicación, Juan emprende un viaje sin equipaje, sin punto de llegada y sin fecha de regreso que le permita abandonar sus contradicciones vitales e internas, así como pasar desapercibido allá por donde vaya. Embarcándose, no sin trabas, en una suerte de auto secuestro , el protagonista tendrá que seguir enfrentándose a un mundo que no comprende. Contraponiendo su sinceridad directa y abrumadora al reino de lo hipócrita, se irá topando con personajes -algunos puras caricaturas- que se empeñaran en mostrarle los engranajes de una sociedad que no encaja en sus patrones interpretativos: un cosmos absurdamente cotidiano y amablemente presentado con sonrisas atenuantes, pero que, al fin y al cabo, no deja de ser un despropósito . Un viaje al exterior es también siempre un viaje a lo interior y, gracias a su capacidad para el ensimismamiento, ciertos recuerdos reveladores irán aflorando en la cabeza de Juan. Todo esto, junto con el conocimiento de nuevos personajes que en unos casos lo reafirmarán en sus convicciones y en otros le harán replanteárselas, lo arrastrará a vivir sorprendentes aventuras en las que él, sinceramente, no tiene el menor interés en participar. Repartiendo ironía a diestro y siniestro, Carlos Balado García nos presenta una novela en la que el humor de lo cotidiano en ocasiones nos arranca carcajadas y, al mismo tiempo, nos hace meditar. Un retrato de un ser asocial por vocación con el que, desprendiéndonos de nuestra propia hipocresía, no es difícil identificarse, y en quien, a veces, es posible incluso reconocerse. Todo ello aderezado con una maraña de personajes que, en algunos casos, se enfrentan a sus propias contradicciones y, que en otros, son pura, simple y habitual contradicción.