Es la Palabra de Dios la que suscita la fe, la
alimenta, la regenera. Es la Palabra de Dios la
que toca los corazones, los convierte a Dios y a
su lógica, que tan distinta es de la nuestra; es la
Palabra de Dios la que renueva continuamente
nuestras comunidades...
Creo que todos podemos mejorar un poco bajo
este aspecto: volvernos todos más oyentes de la
Palabra de Dios, para ser menos ricos de nuestras
palabras y más ricos de las suyas».
Papa Francisco