En la mayoría de ocasiones, que un niño se sienta un triunfador o un fracasado
depende de nuestra reacción ante los acontecimientos. Pertenezco a ese extraño club
de personas que creen que la felicidad es posible, existe y se transmite. Y que es el
mejor regalo que podemos ofrecer a nuestros hijos.» José Carlos Aranda
Gracias a los recientes descubrimientos neurológicos, hoy podemos
conocer mejor cómo funciona el cerebro de los niños y aplicar métodos
eficaces para potenciar su talento en cada instante de su fascinante
evolución, desde el útero materno hasta la adolescencia, paso a paso.
Muchos de nosotros recordamos la tensa espera de los resultados de los test de inteligencia que realizábamos en
nuestra época escolar: «¿Seré un poco bobo?» «¿Podré llegar a ser médico?» «¿Seré una abogada brillante?»
«¿Lograré hacer realidad mis sueños?» Ni que decir tiene que, aunque pretendían ser confidenciales, a los
pocos minutos todo el mundo conocía el resultado del resto de los compañeros.
Mucho ha llovido desde entonces, y el C.I. el afamado e hiperponderado Cociente o Coeficiente
Intelectual, ha tenido sobrado tiempo para demostrar que no era tan valioso como se decía. Nuestra
experiencia vital lo confirma: empollones mal dirigidos que han fracasado estrepitosamente en la vida,
frente a niños presuntamente mediocres que son en la actualidad profesionales o empresarios de éxito.