Édouard Pojulebe es un caballero contable,
solitario y no del todo infeliz que se administra
una vida litúrgica donde ningún azar perturba
el sosiego de lo previsible. Sólo destaca por su
extravagante normalidad y por ese apellido
inaudito que tantos disgustos le causó durante
la infancia. Es verdad que su existencia resulta a
veces algo monótona, pero la fortuna quiere
que el tedio salte hecho añicos cierto día
cuando un individuo se derrumba en la calle
sobre su espalda. El desconocido intenta decirle
algo antes de que la ambulancia lo traslade a
una cama hospitalaria. Menudo soponcio!
Nuestro hombre decide entonces investigar los
pormenores del asombro y descubre que el
interfecto posee también el calamitoso nombre
que lo atormenta.
La coincidencia onomástica y la muerte de
su tocayo en circunstancias oscuras
desencadenan una avalancha de acontecimientos
ciertamente incómodos para la mesura de
nuestro héroe, que se ve empujado a una fuga
nada discreta y, lo que es aún más grave, a
reinventar su propia persona, tarea heroica
donde las haya. Porque no es fácil ser otro. Esta
novela penetra en el túnel de la identidad con
una dinámica mezcla de humor y perspicacia
reflexiva que hará las delicias de los lectores.
Al final, por cierto, se ve la luz.