El ilustrador Robert Nippoldt y el crítico cinematográfico Daniel Kothenschulte rinden un homenaje conjunto a la época dorada de Hollywood, cuando el cine mudo pasó a ser cine sonoro, las estrellas brillaban más rutilantes que nunca, los directores hacían gala de su megalomanía, y los políticos y la muchedumbre pedían que aquella acción cegadora no cesara nunca.