Los poemas rezuman verdad y emoción, y están limpios de ese vicio [...], que es buscar la palabra BONITA o SONORA por encima de la verdad. Ya lo decían los clásicos: verdad y belleza son términos equivalentes. Los poemas intimistas son profundos y a la vez luminosos, tienen para mí la dosis justa de condensación poética que no oscurece la comprensión y que nos permite reconocernos en la misma emoción. Y los poemas políticos, en el sentido más digno, son estupendos también. (Elena Hernández Gómez)