BIOGRAFIA. Fernando Martín cruzó la barrera natural atlántica y así mismo la
barrera artificial deportiva hacia una cima mítica, con el objetivo de
demostrar que nada es imposible y que la ambición y la autoexigencia
conforman un arsenal psicológico difícilmente contestable. Y lo
que es más significativo, lo hizo con toda probabilidad a sabiendas
de lo que iba a encontrar: un universo duro, despiadado en lo humano,
en lo físico y en lo moral, casi inhabitable para un elemento
entonces extraño venido de un continente hacia el que la sociedad
deportiva americana raramente giraba su cabeza. Portland no era
precisamente el lugar más adecuado para un novato europeo. Se
trataba de una plaza extremadamente complicada, fría, impersonal,
lluviosa y desangelada, la cual años más tarde vio fracasar deportivamente
a enormes estrellas europeas seguramente dotadas de
mayor potencial, talento y conocimiento de este deporte que el propio
jugador madrileño. Por primera vez Fernando encontraba un obstáculo
insalvable en su fulgurante carrera.