La mayoría de especies exóticas no representan ningún problema ambiental y muchas son fundamentales para la producción agrícola, silvícola o piscícola (pensemos por ejemplo en el maíz o la patata). Una gran parte de las especies exóticas nunca llegan a ser invasoras porque no se adaptan al nuevo ambiente. Pero una pequeña parte sí lo hacen, encontrando un nuevo lugar donde establecerse. En su nuevo ambiente, carecen de enemigos naturales y sus depredadores no están habituados a la nueva especie, sus parásitos y enfermedades se quedan en su región de origen sin afectarles en su nueva área y, además, suelen ser especies muy competidoras, capaces de desplazar a las nativas. Todo ello hace que muchas de ellas se expandan rápidamente. El incremento de transporte de personas y mercancías por todo el mundo está permitiendo en los últimos años la llegada de muchas de estas especies de forma involuntaria o intencionada. Su control, una vez que se establecen, es muy difícil y costoso, por lo que, evitar y prevenir su introducción es sustancialmente más sencillo y económico.