Objetos que se mueven solos, milagros que ocurren en todas las religiones, posesiones diabólicas, magia negra, comunicaciones con seres fallecidos, apariciones de ovnis, de vírgenes y de seres de todo tipo... ¿Qué tienen en común todos estos fenómenos?
El ser humano siempre ha buscado qué dar de comer a su espíritu. Las religiones ofrecen un buen alimento, pero puede ser muy enriquecedor o, por el contrario, carente de nutrientes. Y cuando el espíritu no está bien alimentado, sigue buscando con qué nutrirse, a veces de forma desesperada.