A lo largo de 400 páginas, el sacerdote y doctor en Historia, Miguel C. Vivancos, recoge la documentación del conocido cenobio cisterciense palentino desde el siglo XI al XV, poniéndola así al alcance de otros investigadores y estudiosos.
El monasterio de San Andrés de Arroyo es uno de los cenobios cistercienses mejor conservados de nuestro país, posiblemente, porque es de los pocos que ha logrado mantenerse habitado desde su fundación en 1181 por la condesa doña Mencía López de Haro. Es, además, uno de los monumentos más visitados del románico palentino, dado que aquí dejaron su huella algunos de los mejores canteros y escultores que trabajaron en el norte de Castilla durante los últimos años del siglo XII y las primeras décadas del XIII.