Con el agua anegando mis oídos, tú eras el rumor de mi mente Pensaba en escribirte que nada de esto tendría sentido si tú no estuvieras al otro lado y si yo no pensara que tú igual quieres leerme y que esa es la forma que tú y yo encontramos de estar juntos por ahora, contra toda marea, contra todo abismo, contra ti y contra mí también, siendo ti todo lo que no me contiene y siendo mí todo lo que arrastro conmigo y que resulta del todo insignificante si no te encuentro y, sobre todo, si te encuentro y el silencio deja de ser un percutir de teclas indiferentes y adquiere cualidad de respiración, fluir de saliva y de sangre, temperatura de piel y calidad de certeza que no precisa ser formulada. Flotaba sobre una sima. Flotaba sobre mi nombre.