Sobran las palabras, porque la lengua no logra expresarse; ya el entendimiento se aquieta. No se discurre, se mira! Y el alma rompe otra vez a cantar con cantar nuevo, porque se siente y se sabe tambie n mirada amorosamente por Dios, a todas horas.
No me refiero a situaciones extraordinarias. Son, pueden muy bien ser, feno menos ordinarios de nuestra alma: una locura de amor que, sin especta culo, sin extravagancias, nos ensen a a sufrir y a vivir, porque Dios nos concede la Sabiduri a. Que serenidad, que paz entonces, metidos en la senda estrecha que conduce a la vida! (San Josemaría. Amigos de Dios)