Titular un poemario Viejos es ya, antes que nada, un acto de valentía y ya casi una provocación, como cumple al perfil de su autor ( ) En los últimos años, la palabra de Tirso ha movido (muchas veces a la sana experiencia del humor, que es uno de los más destacados signos de inteligencia) y ha conmovido (por esos chispazos de autenticidad, a veces desgarrada, que deslumbran en sus escritos) a muchos lectores, a muchos oyentes ( ) Podríamos decir, con Celaya, que la suya no es una poesía gota a gota pensada , sino poesía necesaria, como el pan de cada día . Pero no porque su poética sea la de la denuncia y la del compromiso político y social explícito (aunque hay mucha denuncia de la hipocresía y de la injusticia en sus versos, y mucho compromiso con la vida), sino porque su poética de la cotidianeidad, de la sinceridad, del deseo, hace estallar cualquier corsé.