El reconocimiento de Dios como razón de la comunión. El presente ensayo considera que el amor, incluso en la persona escéptica, atea o agnóstica, se hace religioso, sobrepasa el reconocimiento y la mutua reciprocidad para elevarse y convertirse en adoración. La descomposición actual del amor humano es el resultado de la ausencia del Amor en la vida. Así considerado, el Amor en sí mismo vendría a ser quien asegura el intercambio amoroso; el sentido último de la comunión entre los hombres radica en la presencia ante Dios.