Una enfermera venezolana del siglo XIX escribe poemas y los incrusta en los culos de los cadáveres de una morgue hospitalaria; un hombre se muere sobre una pieza de arte contemporáneo y pasa a ser un elemento cardinal de la obra; un niño presencia un fusilamiento desde un escondite y luego es perseguido por un fantasma; un taller literario impartido por un taxista depresivo con tendencias suicidas; una familia valenciana no sabe qué hacer con su huerto de chufas; la delicada correspondencia epistolar que mantienen una señora que ignora que su hijo ha muerto y un chico que se hace pasar por él. Estos son algunos de los relatos que componen este libro que destaca por su prosa sencilla y eficaz, una narrativa compleja y delicada en la que el humor se acompaña de tristeza y ternura, mostrando así una inquietante descarga humana en la descripción de la realidad.