En sus diálogos interiores, que con extraordinaria franqueza comparte con los lectores, Alfredo Sanfeliz demuestra que, en la lucha entre la razón y el corazón, ambos tienen buenos argumentos para convivir en perfecta armonía. Es precisamente de esa convivencia de la que resulta una verdadera sabiduría integradora de las distintas dimensiones del ser humano.
Narrada con total naturalidad, en esta obra sorprende su progresiva evolución desde su condición de activo antirreligioso hasta convertirse en alguien que hoy goza todos los días de la compañía de Dios y no puede vivir sin Él, resultando de gran interés para aquellos a quienes su razón les impide o dificulta concebir la fe y creer en algo que no comprenden.
La experiencia de Dios y del amor que Él encarna se han convertido en su mejor destino a la vez que compañero de viaje. Un privilegio o suerte que el autor vive y que le ha llevado a sentir la obligación y el gusto de escribirlo mientras continúa con la ajetreada y agitada vida que en esta sociedad llevamos.