París según las bestias tiene algo de parecernos cercanos y habitar bancos, y mirarnos juntos en escaparates, no sólo en papeles o escritos, y oír voces más allá de las cosas, y hablar y hablarnos con la lluvia, y compartir sombras. Es una especie de señal dejada en el camino de la vida, una forma de reconocerte y de reconocerme: Espejos para los fantasmas y lluvia para el mundo de los muertos. La sinceridad de los sonámbulos y el hambre de las sombras. Precipicios rotos y huellas de estatuas. Porque la poesía nos hace más próximos.