La experiencia del dolor ante la pérdida es el punto de partida de este libro que ofrece un camino para transformar el duelo en oración. Es darle palabras al corazón, expresar la propia pequeñez y necesidad, dar gracias, reconocer el misterio, contemplar la
belleza... todo ello es profundamente humano y humanizador. Y cuando se hace ante Dios es orar. "Orar la pérdida, la desolación, el sinsentido. Orar cuando la soledad sabe amarga, orar porque necesitamos que alguien nos entienda y porque necesitamos decir que no entendemos. Para eso son estas páginas".