La traducción poética comparte el designio más noble y la ambición más alta de la creación, con la peculiaridad o la ventaja de ser una ambición secreta y servil, consagrada a la recreación de una virtualidad literaria ajena. Si, como escribió Octavio Paz, "aprender a hablar es aprender a traducir", los textos literarios sólo pueden cobrar su sentido pleno cuando son reiterada e incansablemente traducidos a través de las generaciones