Mandana Sadat, prestigiosa ilustradora de libros como Tarde de invierno, Cosas con plumas y muchos otros, se luce una vez más con el despliegue visual de este álbum que nos transporta a un sugerente paisaje oriental, casi perfumado. El relato, poético y, al mismo tiempo, con la gracia de la voz del niño que es testigo de la metamorfosis de su amiguita la oruga.