Beatriz tiene diecinueve años, es alumna de botánica de la Universidad de São Paulo, huérfana de madre, desconoce prácticamente todo de su padre, salvo su nombre: José Guerra. Ha fraguado durante meses el viaje que la llevará desde São Paulo hasta Chapada Diamantina en el altiplano del estado de Bahía, un mundo en el que se hunden sus raíces, un espacio tan desconocido como fascinante, tan salvaje como humano.