Cuando abras el poemario de Celia, cierra por favor tus ojos por dos segundos y recuerda esta emoción. Así, puedes empezar a leer, susurrar y gritar sus versos. Leyendo los versos de Celia me di cuenta de que el mar es azul incluso en la noche más oscura, de que existen poemas que solo con el cuerpo podemos leer. Ni con la mente ni con el corazón. Y yo los leo con todo mi cuerpo. Escucho su voz femenina, sincera, libre con toda mi piel. Camino hacia los senderos amargos de su confesión con mis manos. Sin miedo. Solo así puedo entrar en su mundo peligrosamente erótico. Un mundo, donde solo una fina línea separa el placer de la destrucción... Kostantinos Tzotzos