ALEXANDRA DAVID-NÉEL
Exploradora, budista, anarquista, feminista, cantante de ópera y, sobre todo, una de las grandes viajeras del siglo XX, Alexandra David-Néel (1868-1969) fue una aventurera iconoclasta, pionera e inconformista. Conocida desde 1924 por ser «la parisina que llegó a Lhasa», fue la primera mujer occidental en entrar en la capital sagrada del Tíbet y en viajar extensamente por el país, y también la primera en ser recibida por el Dalái Lama. Además, se la considera como una de las europeas que más profundamente ha conocido el budismo tibetano, gracias a sus viajes al Tíbet, donde residió durante catorce años consecutivos. En Asia, aprendió sánscrito, tibetano y filosofía hinduista, y viajó a Japón, Corea y otros muchos países. En Indochina adoptó a Yongden, un niño que llegaría a ser lama y que la acompañaría en sus peregrinaciones por el mundo a lo largo de cuatro décadas. En su madurez, David-Néel se instaló en los Alpes franceses, donde escribió la mayoría de sus numerosas obras, que le dieron celebridad universal e influyeron profundamente en escritores como Allen Ginsberg, Jack Kerouac o Allan Watts.Un libro iniciático sobre el sentido de la vida, el ciclo de reencarnaciones y la inexistencia de la muerte, por la primera viajera occidental que visitó el Tíbet
¿Quién no ha soñado con la inmortalidad? La cuestión de qué le ocurre a la personalidad individual después de la muerte es fundamental para la experiencia humana. Contrariamente a la creencia occidental, que considera que el ser humano se compone de un cuerpo moral y un alma inmortal, muchos orientales creen tanto en la inmortalidad del cuerpo como en la del alma. Para los tibetanos, la muerte es solo el comienzo de un largo viaje hacia una nueva vida; el taoísmo lleva al hombre que anhela la inmortalidad a hacerla suya mediante la respiración y la meditación. Entre los hindúes, la sed de eternidad está asegurada por el ciclo de muertes y renacimientos.
Alexandra David-Neel vivió una de las vidas más fascinantes del siglo XX. Cuando murió a los 101 años, había escrito más de treinta libros sobre sus aventuras en Asia. Fue la primera mujer que entrevistó al decimotercer Dalái Lama y pasó mucho tiempo en el Tíbet, cuando todavía estaba cerrado a los extranjeros. En sus viajes, adquirió conocimientos sobre las creencias y las prácticas mágicas y secretas que caracterizan al budismo tibetano. En Inmortalidad y reencarnación, reúne estas enseñanzas en una obra magistral sobre el mundo del alma y de la vida eterna.
«Su mirada sobre el Tíbet en general y el budismo en particular está llena de poesía y perspicacia». LAWRENCE DURRELL