Espíritus elementales fue publicada en Alemania en 1837, en ella Heine supera la simple exaltación romántica del pasado y sabe ir más allá de una tópica idealización de la Edad Media. El poeta recoge las grandes creaciones del alma popular y recupera su valor eterno e intemporal para ofrecerlas a un público contemporáneo ya alejado de ese mundo, pero que aun sin saberlo puede
necesitar esta prisca sapientia intemporal. Heine hace desfilar ante el lector todos los elementos del folclore centroeuropeo: brujas, nixos, elfos, ondinas, enanos, valquirias, hasta llegar al mismo Fausto y al Demonio, y finalmente al emperador Federico Barbarroja, que según la tradición continúa vivo y recluido en una cueva como señor de la montaña a la espera de volver algún día
para instaurar un reino universal de igualdad, libertad y justicia, cosa que por supuesto, se corresponde con los ideales del propio Heine y de las revoluciones modernas. Traducción, edición y notas de José Antonio Molina.