Estamos ante un diario atípico y cordial en el que un hombre, un poeta aferrado a sus raíces, va trazando un recorrido reflexivo y a la vez emotivo, muy sentimental, por distintos rincones urbanos (inspirados en Córdoba) y de su tierra natal (la comarca de los Pedroches) dibujando un itinerario al mismo tiempo mágico, romántico, tierno y poético. Como si el tiempo escondido entre sus dedos siempre fluyera hacia atrás, nunca adelante, el poeta López Andrada tiende en el aire, a contracorriente, su mirada melancólica y la deja vagar recolectando espacios y lugares sensibles de su mundo, de su rico universo personal, que va nombrando emocionado, sutilmente, mientras pasea con el corazón en vilo dando color, música y ternura a arboledas invisibles y pájaros de viento, a semáforos y zarzas, a mendigos y palomas, a muertos queridos siempre recordados, a caminos de antaño, parques y avenidas. El lector, mientras se sumerge en los textos de este libro, tiene la sensación de adentrarse en un bosque de ideas y emociones genuinas, un bosque por el que transita un río sereno que fluye sin prisas, trazando meandros líricos, mientras cruza el espacio de la melancolía. Una obra deliciosa, fiel exponente del enorme talento y sensibilidad de su celebrado autor.
Poemas en prosa, acuarelas pintadas con palabras, haikus de la dehesa Alejandro López Andrada da fe del gran esfuerzo que es vivir y de la melancolía que el tiempo va dejando en nosotros. Este libro incide, poéticamente, en ese modo de ver y entender la realidad. JULIO LLAMAZARES