En Moscú, Raúl Sánchez recibe una orden: Ramón Santamaría tiene 46 años y es compatriota suyo.
Trabaja para la Central, está en Madrid y tiene que morir.
Durante la Guerra Fría, varios agentes soviéticos son liquidados por un ejecutor sin escrúpulos.
Un error de cálculo de los servicios secretos norteamericanos o un estudiado ataque al enemigo?
Como dos máquinas mortíferas y despiadadas, la lucha entre ambos agentes será tenaz. Perseguidor y presa inician un juego a muerte por las calles tranquilas y confiadas de Madrid. Nunca antes la caza de un hombre había sido tan brutal, tan salvaje,
tan mortalmente humana.