Asalto al tren pagador reúne doce narraciones más una insólita receta de cocina por epílogo, escritas a lo largo de los últimos años por José Antonio Vidal Castaño. El autor vuelca en estas historias imaginación y conocimiento del oficio, nervio y sensibilidad, dotando al conjunto de sello y estilo propios. Todo comienza con una acción de los maquis en una aislada estación de ferrocarril.
Son un grupo reducido de hombres rudos, pero no están solos: «Una mujer, casi una niña, bien formada y recia, con el pelo castaño sujeto por una goma, repasaba desde los inmensos carbones de sus ojos los rostros demacrados de los hombres, sentados en semicírculo. Comenzó a reunir hojas secas, ramas y pequeños troncos. Sujeta a la altura de su ombligo y enfundada en una pistolera, asomaba la culata de un arma corta de nueve milímetros».
La narración mezcla realidad y ficción de tal modo que no sabemos donde empieza una y termina la otra. Ante nuestros ojos desfila una nutrida galería de personajes arrancados de la realidad que recorren escenarios de guerra con sus secuelas de muerte, cárcel y exilio; que reflejan tristezas y alegrías, amores imposibles, pulsiones eróticas u obsesiones sexuales. Aparecen y desaparecen espías y asesinos, instantes de humanidad e inhumanidad; incluso un estrafalario periodista que se convierte en narrador
de sus vivencias...
Páginas en las que José Antonio Vidal Castaño muestra su capacidad para narrar historias. Asalto al tren pagador puede leerse de cabo a rabo y todo seguido como una novela o disfrutarse grano a grano como un racimo de sabores literarios que nos llevan a experimentar estados de ánimo cercanos a nuestros sueños, materia de la que sin duda están impregnadas estas páginas.